martes, 9 de agosto de 2011



Una historia diferente: Jeux d'enfants



 


El drama del desencantado

He aquí el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no llegaban nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa, sí valía la pena de ser vivida.
                                                                                                                           Gabriel García Márquez


                                                                             

miércoles, 15 de junio de 2011

Carta de suicidio (Metáfora de un adios)

Anonadado, un día despiertas y como si de una metamorfosis de Kafka se tratase, sabes con los primeros pestañeos y sin apenas moverte, que has cambiado. Tu  y el mundo.  
Y te escribo con esta carta esta especie de despedida. A ti. Tan sublime siempre. Recuerdo cuando te adormeciste en mi regazo y fue entonces cuando la calma reinó, convirtiéndonos en el epicentro del mundo por unos minutos. Suena a exageración pero sé que por esos segundos en los que te apoyaste y adormeciste sobre mí, el universo se alineó con nosotros, y fueron muchos más los que sintieron ese instante nuestro como una eternidad. El mundo se detuvo, lo que dura una inhalación, la del mejor olor, el que nunca volverás a recordar.


Las placas terrestres temblaron para después pararse, parecía una simbiosis de todas las catástofres atmosféricas del mundo. 
Y en definitiva todas estas palabras no valen nada, solo son el eco de un recuerdo, parte de nosotros de nuestros almacenes del pasado. Meros trozos rescatados de mi memoria de esos instantes, tan breves y tan eternos, solo espero, y no solo espero, que tú también lo recuerdes.

Plan pro supervivencia: déjate sentir, párate a captar las sensaciones

Déjalo estar, deja de poner escusas para no perderte entre todos esos pequeños detalles que te enfrascan entre chispas cada día. Deja de mostrarte recto y no querer ver más allá. Porque tanto en la perspectiva como alrededor es donde encuentras la respuesta a las grandes preguntas filosóficas. En las efímeras pequeñas cosas. Esas, que solo existen mientras tú te dejes percibirlas.

Crecimos, evolucionamos cuando nos pasaron cosas. Revolvimos todo nuestro caótico mundo y tratamos de darle la máxima relevancia a todos los detalles sin sentido de las mañanas monótomas.


Y ahí estaba nuestro secreto. Ese era.


 Quien dice rutina, es quien ha desaprendido (porque los niños sí saben esto y los mayores ya no) a ver cada detalle como único. 




Recuerdo que le dije: "Deseo volver a ser niña cada mañana aunque sea por unos minutos y sorprenderme hasta por las hormigas que cruzan el suelo de cemento en una pequeña esquina. Quiero quedarme sin habla cuando los primeros rayos de sol se reflejen en mi pelo, cuando en invierno con el aire congelado se forme humo alrededor de mis labios. Y lo mejor de todo es que no necesito volver a ser niña para vivir esto" 

Y escucha esa canción. Es nuestra canción, una de tantísimas. Sonríe. Párate antes de darle otro mordisco a esa fruta. Siente el olor a mandarina a mediodía tras una comida copiosa.
Cuando vuelva a casa me tumbaré en el jardín porque le haré un cara a cara a nuestro astro sol, con mi amigo el protector solar, espandiré los brazos y sentiré las caricias del roce de la hierba. 
Quizá me amenace entonces la alergia y el polen. Nos invaden mil amenazas para convertirnos en personas burbujas metidas en casas con solo contacto con el mundo gracias a un ordenador y un televisor. 
Yo no quiero eso, si los lugares evolucionan y se hacen cosmopolitas perdiendo su encanto yo me iré a una montaña. Al menos la cabra necesitaría escaparse al monte cada semana. Como una Heidy atrapada en la ciudad. No podemos engañarnos a nosotros mismos. Quizá es porque crecí en el campo. Pero la naturaleza tan maltratada por las industrias, yo creo que tiene el secreto de nuestra felicidad. 


Y quizá en un futuro nuestros bisnietos vivan en las más grandes ciudades y la naturaleza ya extinguida es solo la musa de los artistas que se plasma en los museos y en los carteles de diseño gráfico por toda la zona urbana recuerdo de lo que un día el mundo fue. La ciudad puede acabar llena de sonrisas estáticas.
 No importa porque siempre habrá belleza y quedará esperanza. Si no puedes ver el mar, podrás ver campo o el atardecer desde el desierto o los últimos anaranjados rayos de sol reflejándose en las tejas de las casas desde un punto alto de la ciudad. Sea como sea, la vida pasa, y las cosas cambian.


Las cosas bellas también mueren y se acaban. Pero el gusto por lo estético perdurará.


Y mientras no veas nada motivador a tu alrededor, no hay que olvidar que nunca dejará de haber estrellas en el cielo.

martes, 14 de junio de 2011

Hipócrita es lo que sería si negase que no busco estallidos de adrenalina por el mero hecho de estar viva

 Sería una hipócrita si cuando trato de simplificarme, al intentar demostrar que paso de todo, niego que no busco enfrascarme en ímpetu cada día.

Porque lo ansío. 


Como una Carta a los reyes magos:


- Realmente, quiero hacerme adicta a la vida. 


- Quiero sentir explosiones de adrenalina que me hagan saltar de la cama cada mañana.


- Quiero vivir con frenesí y saborear cada instante. 


- Quiero vivir con entusiasmo por estar viva. No pretendo vivir eufórica siempre. Pero desde la serenidad quiero vivir con satisfacción y NO sentirme identificada con la letra de los Rolling stones cuando suene por la emisora de la radio su canción de satisfaction. 


http://youtu.be/3a7cHPy04s8

- Quiero poder estar cabreada una mañana y salir de casa borde sin sentirme mal por ello, porque tengo derecho a mostrar mis emociones tal y como las siento y al cuerno lo políticamente correcto y el agradar a la sociedad que no se preocupa en agradarte a tí. Pero quiero, tras mi mañana enfadada de catarsis reconciliarme con las sonrisas.


- Quiero saber mostrar mis enfados para que aprendan a disolverse solos y le den la mano al dulce sereno entusiasmo de cada día. 


- Quiero poder discutir e incluso poder llegar a enfadarme en una discusión, escuchar las que me dicen sin ofenderme y ser capaz de acabar las broncas con risas. 




- Quiero que mi vida tanto en los momentos altos de su montaña rusa, como en las caídas y en los giros bruscos, sea siempre eso, una atracción que has de saborear, porque solo has pagado un viaje, y luego  cuando se acabe no habrá más feria. 


- Quiero aprender a valorarme de verdad y a aprender a sentir siempre satisfacción por la vida a pesar de sus pasajes y sus cómos


(* Con los cómos hago referencia a Nietzsche con su frase, "quien tiene un porqué para vivir podrá enfrentarse a cualquier cómo).

Otra espontánea conversación sobre autoestima y cuestiones de desamor

 - Confieso - dijo ella -  diagnóstico de mi problema: ansiedad social podría decir... No es para tanto, obviamente exagero. Pero sí es cierto que tengo la peculiar característica de que voy repartiendo cartelitos a la gente para que me pongan nota, cuando, debería ser yo la que me pusiese notas a mí misma, me valorase y describiese a mí misma.

El pescador se inclinó sobre sus rugosas manos para ayudarse a subir a una roca - Mmm... ¿y porqué la gente no se quiere? - preguntó una vez arriba divisando el mar.

- Yo... si me quiero... a mi manera...

- Pues no es suficiente. Lo suyo es aceptarte con tus propios errores y momentos de debilidad.  En lo que te gusta y en tus fracasos, tras las discusiones más duras, cuando te roben o cuando pierdas cosas de valor. Cuando te dejen tirada un día, cuando te abandonen para siempre, cuando te ridiculicen... esto y más. Si te pasa, no caigas al suelo, súbete arriba. Será el momento de demostrar tu verdadera fuerza. Tu esencia. Ya mi viejo abuelo lo decía, no es quererse por hacer las cosas bien, hay que aprender a aceptarse cuando cometemos fallos y los peores errores también. A pesar de lo que digan u opinen los demás, incluidas, y esto duele, las personas importantes para nosotros.



- Hoy lloré. Sí... tedioso... voy de tipa dura, pero lloro cuando estoy a solas y nadie me ve en mi cuarto por cuestiones de desamores...  A veces estos temas se tornan en caprichos. Porque queremos sentirnos queridos, y si no están con nosotros parece que nos están rechazando o menospreciando...

- Y en realidad no tiene que ver. La mayor parte de las veces los sucesos que nos acontecen no tienen que ver con nosotros. No es por nosotros.

- ¿Pero porqué no? ¿Porqué no está conmigo, porqué no quiere si sé que...

- ¿Sabes una cosa? La respuesta te da igual - ella se le quedó mirando anonadada pero el hombre continuó hablando como si nada - seguramente esa elección del otro no se debe a tí. Si has sentido que congeniabas con alguien y que todo era perfecto, y aun así la historia no continua, no es por tí, es por las circunstancias. Y no pierdas tu tiempo en suponer que circunstancias estará viviendo la otra persona.

- ¿Pero porqué...?

- Deja de preguntarte porqué. Ya que con ello, que no te concierne porque en realidad es asunto del otro, solo conseguirás amargarte.

                Solo tienes que buscar un porqué a tu vida, como bien dijo el sabio Nietzsche, y con el sentido que la vida adopte para tí podrás enfrentarte a cualquier cómo.